Lo hizo ante la OEA y dice que el Gobierno argentino buscó “chantajear” a otros países para conseguir fallos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En un movimiento diplomático inesperado, el régimen de Daniel Ortega protestó contra la Argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA), intentando generar un escándalo de grandes proporciones. Acusó al gobierno de Alberto Fernández de “tráfico de influencias” y de “chantajear, con proposiciones indecorosas” a otros países para presuntamente conseguir fallos favorables en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
“La Misión de Nicaragua ante la OEA, por este medio denuncia desde nuestro Sentido de Dignidad, Soberanía y Decoro Nacional, los condicionamientos que hemos conocido del Gobierno Argentino, pretendiendo chantajear, con proposiciones indecorosas que ofrecen influenciar fallos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a cambio de medidas que abusivamente traslada al Gobierno de Nicaragua, en lo que se conoce, precisamente como tráfico de influencias”, comienza la misiva enviada desde la Misión Permanente de Nicaragua ante la OEA al seno del organismo y fechada el 1 de septiembre.
Por detrás de esta nota verbal presentada por la Misión Permanente de Nicaragua ante la OEA hay varios hechos que denotan una fuerte pelea entre Alberto Fernández y Ortega.
La carta de protesta del régimen nicaragüense contra el gobierno argentino ante la OEA
Si bien el kirchnerismo se niega a presionar a Nicaragua ante la OEA, al igual que a Cuba o Venezuela, la situación es otra ante las Naciones Unidas, adonde Alberto F. sí se ha hecho eco de los reclamos al régimen sandinista por el clima de ahogo político que vive la oposición de cara al intento de Ortega por mantenerse en el poder en las presidenciales de noviembre: ya son más de treinta los opositores presos, entre ellos aspirantes a la presidencia, como Félix Maradiaga, Arturo Cruz y Juan Sebastián Chamorro.
La carta de protesta del régimen nicaragüense contra el gobierno argentino ante la OEA
Como ya ha contado Clarín, Ortega no le atiende el teléfono a Fernandez, que le reclama por los presos, y en julio convocó a Buenos Aires a su embajador en Managua, Daniel Capitanich y todavía no lo repuso en su puesto. Fue una movida similar a la de México.
Pero además, el dictador nicaragüense se sorprendió y se enojó más con la posición que adoptó el juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Eugenio Zaffaroni. De posiciones marcadamente kirchnerista, el ex juez de la Corte Suprema de Justicia, es uno de los magistrados de la CIDH que pidió visitar a los presos políticos en Nicaragua
Por otro lado, y casi más grande que la otra tensión -y van enganchadas- está la carrera de Alberto F. por presidir la Comunidad de Estados de Latinoamérica y Caribe. El dictador nicaragüense ha puesto en riesgo esa candidatura argentina que venía promoviendo el mexicano Andrés López Obrador. La elección es por consenso y el 18 de septiembre, Fernandez estará en la cumbre de la CELAC en la capital mexicana.
Ortega tiene otro favorito para presidir la CELAC: San Vicente y Granadinas. El sábado 18 de septiembre hay cumbre en la capital mexicana de líderes de este foro latinoamericano con el que AMLO, Fernández y el boliviano Luis Arce buscan dinamitar la OEA, adonde inesperadamente recurrió Ortega.
En el medio de esta movida, en la que Ortega quiere arrastrar a Nicolás Maduro, de Venezuela y a Miguel Díaz Canel, de Cuba, Alberto Fernández llamó al primer ministro de San Vicente y Granadinas, Ralph Gonsalves. Lo hizo para negociar la candidatura de la CELAC. Si logra ganar la presidencia sería visto como un triunfo tras los traspiés del Banco Interamericano de Desarrollo y la CAF-Banco de Desarrollo donde intentó poner presidentes.
“Denunciamos la indeseable intromisión, injerencia y acosos sostenidos de Argentina en nuestros Asuntos Internos”, dice la misiva del régimen nicaragüense, que obtuvo Clarín.
“Argentina aparece, otra vez, coludida y como instrumento de la política intervencionista del Imperialismo yanqui en Nuestramerica. Qué vergüenza!”. Y termina con un “Nicaragua, como sabemos. Ni se Vende ni se Rinde, Jamás!