Democratización, enfoque en el valor y competencia, en el centro. Un informe presentado en el Coloquio destacó que la capacidad de innovar en procesos, productos y modelos de negocio es clave para el crecimiento económico y la diferenciación en mercados globales cada vez más exigentes
Desde Mar del Plata – Daniel Rabinovich, Chief Operating Officer es uno de los ejecutivos clave de Mercado Libre, participó en el Coloquio de IDEA que se realiza en Mar del Plata y compartió su visión sobre los desafíos y oportunidades que representa la inteligencia artificial.
1. Democratización de la tecnología y aprendizaje continuo
Rabinovich destacó que la barrera de entrada para involucrarse con inteligencia artificial es hoy mucho más baja. Insistió en que no es necesario un conocimiento técnico avanzado para comenzar a explorar o implementar estas herramientas. Según su experiencia, todos pueden invertir tiempo en aprender y adaptarse, enfatizando la importancia de la dedicación práctica por encima del supuesto talento innato.
El ejecutivo de Mercado Libre subrayó la necesidad de dirigir los esfuerzos hacia cómo la inteligencia artificial puede generar valor real. Observó que gran parte del debate público se concentra en temores, dudas o aspectos regulatorios, y planteó que la pregunta relevante es cómo aprovechar la tecnología para lograr objetivos concretos y mejorar resultados.
3. No existen atajos: competir será más difícil
Por último, Rabinovich advirtió contra la idea de que la inteligencia artificial hará todo más sencillo. Explicó que aunque las nuevas herramientas faciliten ciertas tareas, también están disponibles para todos, aumentando la competencia.

Destacó la importancia del esfuerzo constante, la disciplina y la disposición a competir en un entorno donde ganar sigue siendo difícil. Concluyó afirmando que no hay caminos fáciles ni atajos para alcanzar metas significativas.
El diagnóstico de IDEA
La creciente presión por la sostenibilidad, junto con la aceleración de los avances tecnológicos y las expectativas cambiantes de los consumidores, transforman el panorama corporativo global, situando a la innovación como el recurso más valioso para que las organizaciones logren diferenciarse y adaptarse. En este contexto, la capacidad de innovar se ha consolidado como un elemento estructural para el crecimiento económico y la competitividad, tanto en economías desarrolladas como en aquellas en vías de desarrollo, según el análisis de IDEA.
La definición de innovación, de acuerdo con la OCDE y el Banco Mundial, ha evolucionado más allá de los límites tradicionales de la investigación y desarrollo (I+D), abarcando dimensiones sociales, técnicas y de modelos de negocio. Este cambio conceptual implica que la competitividad ya no depende únicamente de la reducción de costos, sino de la habilidad de las organizaciones para adaptarse tanto tecnológica como culturalmente. La globalización, al intensificar la competencia, ha impulsado la creación de un ecosistema de innovación mundial en el que las empresas deben colaborar con socios externos y adoptar enfoques abiertos para mantenerse a la vanguardia.
Desde una perspectiva estructural, la inversión en tecnología y en I+D constituye un pilar central para el desarrollo socioeconómico. El Global Innovation Index ha registrado en los últimos años un aumento en la inversión empresarial en I+D, aunque recientemente se observa una desaceleración en su ritmo de crecimiento. Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Francia concentran la mayor parte de esta inversión global. En el ámbito tecnológico, la Inteligencia Artificial (IA) se perfila como la tendencia más influyente y la tecnología con mayor intención de inversión para 2025, acompañada por el aprendizaje automático, el análisis de datos (Big Data), la internet de las cosas, la automatización de procesos, la implementación de 5G y el cloud computing.
No obstante, Argentina enfrenta importantes desafíos en materia de infraestructura y conectividad. Aunque los consumidores argentinos están preparados para acceder a estos medios, persisten debilidades en la cobertura de datos móviles, la infraestructura digital y la ciberseguridad, según el diagnóstico de IDEA basado en el Índice Mundial de Innovación (GII – 2025). Esta situación limita el potencial de innovación y competitividad del país en el escenario global.
En el plano cultural, la innovación trasciende la mera adopción de tecnologías avanzadas. Las empresas, tanto a nivel global como en Argentina, identifican como principal desafío interno la necesidad de lograr mejoras operacionales, productividad y reducción de costos, junto con la incorporación de tecnología y la transformación digital. Esta presión por la eficiencia se da en un contexto regional de crecimiento económico moderado y productividad estancada. La competitividad empresarial depende cada vez más de la capacidad de adaptación cultural, que exige un liderazgo proactivo capaz de transformar los desafíos en oportunidades de crecimiento.
De acuerdo con una encuesta realizada por IDEA, la capacidad de innovación en procesos, productos y modelos de negocio es uno de los factores más influyentes en la competitividad, junto a la gestión eficiente de costos y la productividad. Además, la innovación se percibe como una de las principales fortalezas del empresariado local. “La innovación ya no es una ventaja opcional, sino un factor estructural de competitividad en un entorno marcado por la disrupción constante”, destaca el informe del instituto empresario.
La integración de tecnologías emergentes como la IA, la automatización y el análisis avanzado de datos permite a las empresas no solo mejorar su eficiencia, sino también ofrecer experiencias personalizadas y responder con agilidad a los cambios del mercado. Por ello, fomentar una cultura de innovación se vuelve cada vez más relevante. Este enfoque implica valorar la creatividad, la experimentación y la capacidad de asumir riesgos dentro de los equipos de trabajo, promoviendo la comunicación abierta y la colaboración interfuncional. En este marco, el fracaso se considera una oportunidad de aprendizaje, lo que ha dado lugar a iniciativas organizacionales que incentivan a los colaboradores a dedicar parte de su tiempo a proyectos propios y a experimentar, así como a promover una cultura de “fallar rápido y aprender de los errores”.
En palabras de IDEA, “Argentina necesita que nosotros, los empresarios, desarrollemos y pongamos en práctica una mentalidad innovadora, dejando atrás la aversión al riesgo y que seamos ejemplo, más que nunca, de resiliencia, agilidad y adaptación para mejorar la productividad y ser competitivos”.
La competitividad global, según IDEA, ya no se define solo por los costos o el tamaño, sino por la capacidad de adaptación tecnológica y cultural. Permanecer en una postura defensiva y aferrarse al status quo constituye una de las mayores barreras a la innovación. “Si no innovamos, quedamos fuera de la competencia global”, advierte el informe. Los líderes empresariales deben fomentar una mentalidad de crecimiento que acepte el cambio, la experimentación y el aprendizaje a partir de los fracasos, construyendo una cultura organizacional que habilite la creatividad y desafíe lo establecido.
El futuro de la innovación empresarial dependerá de la integración de tecnología avanzada con una cultura que promueva la creatividad y la resiliencia. Las organizaciones que impulsen la experimentación y la toma de riesgos calculados estarán mejor posicionadas para liderar la innovación. “Estamos ante una oportunidad para que Argentina juegue un torneo más nivelado, productivo y competitivo”, concluye IDEA.