Son unidades que quedaron abandonadas tras la quiebra de una empresa de carsharing.
El auto compartido o carsharing nació como una alternativa de movilidad que funciona bien en muchos lugares pero que hay casos de resonante fracaso, como el de Pand-Auto, en China.
Al igual que se descubrió hace poco en las cercanías de París, en Francia, en donde se amontonan miles de autos eléctricos de un extinto sistema de auto compartido, lo mismo se encontró ahora en China.
Hasta hace poco, la empresa china Pand-Auto operaba como un sistema similar al de las bicicletas de muchas ciudades, que se pueden usar por un tiempo determinado, pero con autos.
Los autos eléctricos pertenecían a una empresa de autos compartidos.
Era una plataforma de transporte privado que funcionaba con su propia flota de vehículos eléctricos en varias ciudades del gigante asiático.
Su quiebra y el fin de sus actividades, sin embargo, crearon un escenario increíble: un enorme cementerio de autos, todos idénticos, sucios y abandonados en un estacionamiento, como símbolo de otra burbuja de consumo que explota dejando un rastro de desperdicio y contaminación.
Una buena idea que no funcionó
El servicio se inauguró en 2015 y, a lo largo de los años, ha operado con más de 20.000 vehículos y más 4 millones de usuarios registrados, repartidos en 12 ciudades chinas.
Usarlo era muy simple. Desde el teléfono celular, la aplicación mostraba cuál era la estación más cercana con vehículos disponibles, que no solo dependía de que haya autos físicamente en el lugar, sino que, además, cuenten con carga suficiente en las baterías.
En los centros de recarga de batería se cambiaban las descargadas por una con carga completa.
Para eso se instalaron estaciones de recarga de baterías, en donde se retiraban las baterías descargadas del vehículo y se las cambiaba por unas con carga completa (daban una autonomía de 180 kilómetros.
El esfuerzo parecía condenado al éxito, y en 2018 la compañía se asoció con otra firma, Lifan Group, responsable de la fabricación de los vehículos utilizados en el servicio, para lanzar el primer programa de viajes en vehículos autónomos en la ciudad de Chongquing, China.
La prueba duró un mes y los resultados fueron decepcionantes, lo que llevó a que se suspendiera la iniciativa; sin embargo, lo peor estaba por llegar.
A fines del año pasado, Lifan declaró deudas por más de $ 4 mil millones y terminó siendo comprada por otra empresa para reorganizarse, luego de que la empresa declarara su quiebra.
Los autos se podían reservar desde el teléfono celular.
Pero antes, en febrero del año pasado, Pand-Auto también se declaró en quiebra, alegando que no podía cubrir las deudas y los más de 20.000 autos eléctricos de la flota que tenían quedaron inútiles.
Pand-Auto rápidamente comenzó a intentar vender los vehículos para pagar parte de su deuda, pero no hubo manera de conseguir compradores y miles de autos, todos del modelo Lifan 330 EV 01, fueron abandonados a la intemperie. en un estacionamiento chino.
La increíble imagen del mar de autos idénticos, que ya empezaron a mostrar los efectos del paso del tiempo, se viralizó en internet, pero no se informó la ubicación del cementerio de autos eléctricos.
Tampoco se sabe si las baterías de los vehículos fueron retiradas de los mismos, como sí ocurrió en la flota descartada en Francia.
Por eso tampoco se conoce el impacto económico de esta decisión y mucho menos del daño ambiental que puede producir semejante desperdicio.