La revelación sobre financiamiento ilegal por parte de una candidata a senadora golpeó a la izquierda.
Los candidatos a la presidencia de Chile jugaban este jueves sus últimas cartas, en un maratón de actos para cerrar una campaña inédita en el país, que termina con fuerte incertidumbre y marcada por un sorpresivo escándalo de corrupción que podría herir a la izquierda.
Los analistas políticos no se atreven a hacer pronósticos muy concluyentes para las elecciones presidenciales y legislativas de este domingo.
En la recta final, todo parece apuntar a una pelea reñida entre dos extremos: el líder de ultraderecha José Antonio Kast, de 55 años, y el candidato de izquierda Gabriel Boric, de 35 años. En un tercer lugar aparece el oficialista Sebastián Sichel, de la coalición de derecha Chile Podemos Más, y poco más atrás la única mujer en la contienda, la candidata de la Democracia Cristiana Yasna Provoste.
Los otros tres candidatos -al parecer sin chances reales- son los independientes Franco Parisi, Marco Enríquez Ominami y Eduardo Artés.
Kast, del Partido Republicano, y Boric, un ex líder estudiantil que se presenta por la alianza Apruebo Dignidad (Frente Amplio y Partido Comunista), acarician el pase a una segunda vuelta, el 19 de diciembre.
Según los últimos sondeos -que ya no pueden publicarse en Chile- ambos tienen en torno al 30% de intención de voto. Sichel, quien parecía haber quedado atrás, en torno a un 10%, retomó impulso luego del último debate presidencial, el lunes, y algunos analistas no descartan que en un vuelco final pueda acercarse a Kast.
Pero a última hora, mientras los candidatos preparaban sus discursos de cierre, una revelación cayó como una bomba en la coalición de Boric.
Tormenta política
El sitio de investigación Ciper Chile difundió un informe según el cual la ex candidata a gobernadora de Santiago, Karina Oliva, ahora aspirante a una banca en el Senado por la izquierda, pagó sueldos abultados a sus asesores durante su campaña a la gobernación con fondos del Estado.
Y el escándalo creció cuando este jueves, en declaraciones a varios medios, Oliva, del pequeño partido Comunes, que integra el Frente Amplio de Boric, reconoció que había violado el plazo legal para el financiamiento, es decir, más allá de los 90 días previos a los comicios.
La revelación no sólo empaña la figura de una candidata que parecía ser la carta fuerte de la izquierda para el Senado. También podría golpear la campaña de Boric, quien sin embargo mostró reflejos rápidos y enseguida salió a repudiar la actuación de Oliva.
“Quiero ser absolutamente claro: cuestiones de estas características son inaceptables. Y, en ese sentido, nosotros no vamos a trepidar en hacer ninguna defensa corporativa. Venimos acá para más que apuntar con el dedo, para cambiar justamente estas prácticas. Entonces, sucedan donde sucedan, es inaceptable, no lo vamos a tolerar y no va a ser parte de nuestro gobierno”, lanzó el candidato durante un acto con vecinos de la comuna de Lo Espejo, en Santiago.
Según deslizaron fuentes de la coalición de izquierda al diario La Tercera, aunque Oliva lideraba los sondeos, sus colegas no podían arriesgarse a que el caso empañara la elección de este domingo. Sobre todo, porque una de las banderas de Boric justamente fue la de “manos limpias” frente a la corrupción.
El propio partido Comunes se apuró en darle la espalda a Oliva. Su presidente, Jorge Ramírez, renunció el mismo miércoles a la noche, cuando surgió el escándalo. Y en un comunicado, la formación les dio a sus militantes “libertad de acción” en las elecciones parlamentarias de este domingo.
Aunque Oliva se convirtió en protagonista de la campaña este jueves, es probable de todos modos que este alboroto de última hora no mueva demasiado el escenario.
Lo que está claro es, como ya se vio en los comicios regionales de julio, en las que también se eligieron los miembros de la Convención Constituyente, es que los dos partidos tradicionales que se repartieron el poder desde la caída del régimen de Augusto Pinochet -la socialdemocracia de la Concertación y los de centroderecha que apoyaron al presidente Sebastián Piñera- se debilitaron notablemente.
Confrontación
“Lo que tenemos hoy es una confrontación entre pinochetismo y antipinochetismo. Entre neoliberalismo o socialdemocracia: se enfrentan una derecha radical y una izquierda radical, que hasta ahora no se habían visto con tanta fuerza en Chile”, explica a Clarín el sociólogo Augusto Varas, presidente de la Fundación Equitas.
Esta polarización que marcan aquí muchos analistas y periodistas, surgió con fuerza tras el estallido social de octubre de 2019, cuando un aumento en el precio del boleto del metro disparó una oleada de protestas sin precedentes en el que grandes multitudes, especialmente de jóvenes, se atrevieron a reclamar derechos sociales, equidad y una Constitución que reemplace la del régimen de Pinochet.
“De allí surgió con fuerza la candidatura de Boric, que es parte de una nueva generación, con un discurso muy radical. La derecha tradicional, hasta ahora siempre moderada, no se siente entonces representada por Sichel, que no encarna el verdadero ADN de la derecha”, interpreta Varas.
“La verdadera derecha se ve amenazada por el discurso de la izquierda radical y encuentra una voz en Kast, que tiene un discurso mucho más extremista”, agrega.
Pero aquí muchos coinciden en que el líder de ultraderecha trastabilló en el debate del lunes pasado, se mostró nervioso y dubitativo, no supo responder preguntas sobre economía. Y en cambio Sichel sí mostró más cintura.
Marta Lagos, titular de la encuestadora Latinobarómetro señala que “un escenario posible es que este domingo Sichel se acerque a Kast. Es cierto que es difícil que logre pasar a segunda vuelta, pero no sería imposible. El panorama es muy incierto”.
Además, dice a Clarín, habrá que ver cuánta gente va a votar, ya que aquí el voto no es obligatorio.
El final de campaña llega con más preguntas que respuestas y un aire revuelto. En Santiago, mientras, el sol brilla debilitado por una bruma de contaminación.