Se proyecta que el sector agroindustrial aporte este año unos U$S 30.800 millones por exportación, según el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). De ese total, U$S 24.600 millones irían al mercado libre de cambio y U$S 6.200 millones al contado con liqui por el dólar blend. Estas estimaciones avaladas por el gobierno nacional traerán beneficios a los sectores más concentrados, como las cerealeras y exportadoras, dejando de lado a los pequeños y medianos productores rurales. Para ellos, el panorama que atraviesan es de un escenario de contrastes. Si bien las lluvias tardías ayudaron a mejorar los rendimientos agrícolas en la región central, esto no llegó a salvar al resto de la región pampeana y al Norte argentino. A este panorama se le suma la incertidumbre económica y financiera que preocupa al sector.

En diálogo con Tiempo Rural, Carlos Baravalle, vicepresidente de Bases Federadas (BF) y productor de Córdoba, explica que los primeros lotes de maíz ya se están cosechando con rindes muy dispares que “oscilan entre los 50 y 100 quintales por hectárea, con un promedio estimado de 80 quintales”.

La incertidumbre económica y la inestabilidad monetaria sigue siendo un factor clave que afecta la planificación de los productores. «Nosotros, con los cultivos, podemos manejar los tiempos de venta porque en siete días cobramos, lo que permite pagar gastos rápidamente. Sin embargo, hay otros sectores, como la ganadería y la lechería, donde los plazos de pago son mucho más extensos, lo que genera mayor incertidumbre», explica Baravalle.

El inicio de la cosecha implica la necesidad inmediata de pagar servicios, insumos y otras erogaciones lo que genera que «un 20% o 30% de lo cosechado se destina al pago de estos compromisos, mientras que el resto se vende progresivamente a medida que surgen otros gastos mensuales», detalla el productor agrícola ganadero.

Baravalle advierte que uno de los principales desafíos es la baja cotización de los granos, ya que se encuentran “muy por debajo del precio histórico y la incertidumbre es muy grande». Para algunos productores, la posibilidad de retener la cosecha dependerá de su margen financiero, mientras que aquellos con compromisos urgentes deberán vender a pesar de los precios desfavorables. Sin embargo, la caída de los precios y la falta de previsibilidad en el mercado hacen que los “productores con respaldo económico, tratarán de estirar lo más que se pueda hasta ver que haya una mejor perspectiva económica».

El impacto de los préstamos internacionales también es un factor a considerar. «Si llegan los fondos del FMI y se establece una banda de flotación para el dólar como muchos analizan, seguramente las operaciones comenzarán a salir o se harán más fluidas”, sostiene el dirigente rural. Pero resalta que, como indica el comunicado emitido por BF contra el acuerdo con el FMI, “horas y horas de trabajo serán destinadas a abonar intereses de una deuda injusta”.

Las realidades dentro del sector productivo son diversas. Mientras algunos pueden esperar una mejora en el contexto económico, otros enfrentan deudas y compromisos que deben saldar en los próximos meses. «Quienes tienen deudas con proveedores de insumos deberán vender, sin importar la cotización del dólar o la incertidumbre económica», concluye Baravalle.

Reducción de cosecha de soja y recorte de la producción total de granos

La soja aún no comenzó a cosecharse en la región, pero la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) proyecta una caída en su producción de 1 millón de toneladas con respecto a lo proyectado, generando un “impacto negativo en el stand de plantas y en las estructuras reproductivas, disminuyendo el potencial productivo en un 22%”.

Al cerrar marzo, se recortó la proyección de producción del maíz de 7,8 millones de toneladas, por debajo de los 8,1 millones de toneladas estimados en enero de 2025. La baja estimada para la región núcleo se debe a la falta de agua en momentos críticos del ciclo del cultivo y a lluvias tardías que no lograron revertir el impacto de la sequía. La estimación de producción podría quedar por debajo del promedio de los últimos 15 años. Entre Ríos es una de las provincias que enfrenta una mayor disminución en la producción de maíz durante esta campaña. La Bolsa de Cereales de Entre Ríos, estimó una producción total de más de 1,8 millones de toneladas, lo que representa una caída interanual del 39%.

Por su parte, la proyección de producción nacional de sorgo se calcula en unas 3 millones de toneladas, lo que representa una reducción del 9,1 % respecto a la estimación previa.

Según las últimas evaluaciones de la BCR, la producción total de granos para la campaña 2024/25 registrará un fuerte recorte respecto a las expectativas iniciales. La cosecha alcanzará las 127,5 millones de toneladas, muy por debajo de las más de 143 que se proyectaban al inicio del ciclo, cuando se lanzó la siembra. Este volumen no solo refleja un ajuste significativo en relación a las previsiones, sino que también representa una caída respecto a la campaña anterior, que cerró con una producción de 134 millones de toneladas.