Aunque la suba de precios por fin perforó el piso del 4%, el estancamiento de la diferencia con el crawling peg pone dudas a la reactivación y la salida del cepo.
El Gobierno festejó la baja de la inflación en septiembre, que por fin perforó el piso del 4%. Sin embargo, esto esconde un dato incómodo: la brecha con la devaluación, una de las condiciones para salir del cepo, se mantiene al mismo nivel de julio pasado, y descendió poco desde mayo.
La inflación de septiembre fue un triunfo para Javier Milei y Luis Caputo. Tras cuatro meses estancada con un cuatro adelante, pudo perforar ese piso para bajar al 3,5%. Así, fue la más baja desde noviembre de 2021, mientras que los pronósticos de las consultoras privadas apuntan a que en octubre podría descender algunas décimas más.
Pero hay un problema que persiste: el Gobierno no logra bajar la brecha entre la inflación y el ritmo de la devaluación. “Desde mayo, la ‘brecha’ entre la evolución de la inflación y el dólar oficial (este último, de promedio 2% mensual, por la política cambiaria) se estancó, mientras había sido decreciente hasta ese mes”, advirtió al respecto un informe de la consultora EPyCA, publicado tras conocerse el IPC del Indec del último jueves.
Lo que sucede es que el comúnmente llamado crawling peg en verdad no es tal. Un crawling peg tradicional implica suele implicar que el ritmo de la devaluación sigue directamente a la inflación (una forma de evitar posibles saltos bruscos en el tipo de cambio). Al contrario, la política que ha llevado adelante el Banco Central manejado por Santiago Bausili buscó establecer un ritmo de devaluación fija.
Aun más, aunque el Gobierno repite que este ritmo devaluatorio es del 2% mensual, se trata simplemente de un promedio, mientras que en los hechos puede variar algunas décimas mes a mes. Por ejemplo, en septiembre el peso se devaluó un 1,4% frente al dólar oficial (de 991 a 1004 pesos). De esta forma, la brecha con la inflación fue de 1,9 puntos porcentuales.
“En mayo la diferencia entre la devaluación del oficial y la inflación fue de -2,5 puntos porcentuales (p.p.), ya que el dólar oficial subió en promedio +1,7% y la inflación -4,2%. En junio subió a -3 p.p. la diferencia entre inflación y devaluación, en julio volvió a bajar (a -1,9 p.p.) en agosto volvió a subir (-2,1 p.p.) y en septiembre bajó al mismo nivel de julio (-1,9 p.p.)”, precisó el informe de EPyCA.
En otras palabras, Caputo y Bausili siguen apostando al atraso del dólar como ancla antiinflacionaria (pese a repetir que la suba de precios se trata de un fenómeno puramente monetario), tanto que la baja de la inflación no es aprovechada para ir cerrando de forma significativa la brecha con la devaluación. Mientras, aprovechan para seguir bajando otra brecha, la del dólar oficial con el dólar MEP y el dólar CCL, intervención del BCRA en los paralelos mediante.
Sin embargo, el estancamiento de la brecha inflación-devaluación en torno al 2% desde mayo “muestra un comportamiento cíclico (léase estructural) y el agotamiento del crawling peg para perforar los niveles actuales de inflación”, advirtió EPyCA.
Para Martín Kalos, director de la consultora, el sostenimiento de este tipo de (falso) crawling peg “te pone un piso en las expectativas de devaluación”, por lo que el Gobierno, al contrario, “debería pensar si no tenés que devaluar un poquito más cerca de la inflación, e ir bajando la inflación con otras herramientas y así bajar la tasa de devaluación”. “Lo que empieza a jugar es la expectativa de devaluación y la pregunta sobre cuándo el gobierno va a devaluar“, explicó el economista.
El problema no es solo la inflación per sé. En primer lugar, tanto “atrasar tanto el tipo de cambio cada mes te genera que para fin de año vamos a estar más apreciados que nunca desde la salida de la Convertibilidad“, alertó Kalos. Así, se agrava el problema del encarecimiento argentino y sigue disminuyendo la competitividad del país, lo que acrecienta las dudas sobre la reactivación que persigue el Gobierno pero todavía no llega.
Pero, en segundo lugar, la falta de achicamiento de la brecha inflación-devaluación muestra que la salida del cepo aún sigue muy lejos. En julio pasado, Milei afirmó que una de las tres condiciones para levantar las restricciones cambiarias es “la convergencia de la devaluación con la inflación”. Así, se evitaría agregar un factor más de generación de expectativas de devaluación brusca, que de producirse volvería a disparar la inflación. Ni hablar de que, como agregó el Presidente, esa convergencia debería ser en torno a una inflación del 0%”. Por el momento, parece haber cepo para rato.