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miércoles, mayo 8, 2024
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La violencia escala en Sudáfrica tras el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma

Los disturbios y los saqueos masivos que siguen asolando las calles de Sudáfrica ya han dejado al menos 45 muertos y 757 detenidos, algo que obligó al despliegue de tropas del Ejército para controlar la situación. Las zonas más afectadas por el descontento a raíz del encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma son las provincias de KwaZulu-Natal y Gauteng, donde murieron al menos 10 personas tras una estampida en un centro comercial.

La oleada de violencia en Sudáfrica va en aumento. Los disturbios, saqueos de locales y los incendios provocados por los manifestantes siguen asolando al país. Este martes 13 de julio, el número de muertos ascendió a al menos 45 y los detenidos a 757.

Una situación que desde el Ejecutivo intentan controlar con el despliegue del Ejército, concretamente de un total de 2.500 soldados distribuidos en distintos comandos a través de los puntos más activos de las manifestaciones. Esta estrategia quiere dar respuesta a la violencia que se desató tras el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma por desacato judicial y el descontento que generó entre sus seguidores.

No obstante, la situación ha evolucionado hasta convertirse en un estallido de ira social por la pobreza y la gran desigualdad que impera en el país, 27 años después del fin del apartheid. La mala situación económica en la nación africana se ha visto acentuada en los últimos meses debido a la pandemia de Covid-19 y a la caída de la moneda nacional, el rand.

Los incidentes más graves se concentran en dos provincias: en KwaZulu-Natal, de donde es originario Zuma y goza de un mayor respaldo social y político, y en Gauteng, zona donde se encuentran Pretoria y Johannesburgo.

El dirigente provincial de KwaZulu-Natal, Sihle Zikalala, confirmó que en la región se han registrado un total de 26 muertos, con las ciudades de Pietermaritzburg y Durban como principales puntos de disturbios.

En esta última, las imágenes aéreas grabadas desde un helicóptero por el canal de televisión local ‘eNCA’ mostraban los distintos almacenes en llamas y el humo que salía de ellos tras los saqueos de una turba de civiles.

Algunos manifestantes también prendieron fuego a una planta química cercana a Umhlanga, una ciudad al norte de Durban, incendio que los bomberos lograron controlar para evitar que se extendiera a una fábrica de ropa.

La situación en Gaunteng no es mejor. Allí, el mandatario regional, David Makhura, confirmó la muerte de al menos 19 personas, diez de ellas tras la estampida en un centro comercial.

Makhura lamentó la situación en la zona, asegurando que “no está controlada por las fuerzas de seguridad” y llamó a la calma entre los ciudadanos descontentos.

“Los avances que hemos logrado en la revitalización de nuestra economía están siendo revertidos por la destrucción y el cierre de empresas. Llamamos a la calma y la paz. No se tolerará la criminalidad. Déjennos proteger Sudáfrica”, dijo Makhura a través de redes sociales.

El origen del descontento social

Si bien la violencia comenzó con el encarcelamiento de Zuma –que se entregó voluntariamente a las autoridades tras negarse a declarar por un entramado de corrupción en su contra–, esta se agravó cuando el político impugnó el pasado lunes su condena de 15 meses de cárcel ante el máximo tribunal sudafricano.

No obstante, el problema social en Sudáfrica es de largo recorrido y tiene que ver con las carencias de la población que nunca han llegado a resolverse, como los altos índices de pobreza y desigualdad.

Son muchas las expectativas no cumplidas que siguieron al fin del gobierno de la minoría blanca en 1994, con el apartheid, y a la elección de Nelson Mandela –un símbolo antirracista en todo el mundo– en la primera votación libre y democrática de Sudáfrica.

Ante esta sensación de desamparo y persistente desigualdad entre los ciudadanos más desfavorecidos, el apoyo a Zuma tiene mucho que ver con su militancia en contra de la minoría blanca en los noventa y su ingreso en prisión por ello.

No obstante, su implicación en diversos casos de corrupción ha manchado su reputación y ha hecho que muchos pierdan la confianza en él. Entre algunos escándalos figuran la malversación de fondos del Estado durante su mandato (2009-2018) y una concesión irregular de armas por valor de 2.000 dólares en 1999.

A la vez, la situación económica en el país es delicada. Como el país más afectado por la pandemia de Covid-19 en el continente, su economía se ha resentido mucho. Una crisis sanitaria que ha obligado a su vez a imponer restricciones contra las empresas, perjudicando la recuperación económica que se está viendo todavía más agravada por los disturbios.

Esto ha ensanchado la brecha entre los que tienen mucho y los que no tienen nada. Este 2021, el desempleo en Sudáfrica alcanzó un nuevo récord con el 32,6 % de la población sin trabajo durante el primer trimestre del año.

Desde el Ejecutivo, el mandatario Cyril Ramaphosa insiste en que la oleada de saqueos solo va a empeorar la crisis económica y social. Se estima que este año los índices de seguridad alimentaria y sanitaria del país, así como los indicativos económicos, alcancen niveles críticos.

Patricia Rodríguez – Puntana viviendo en Sudáfrica.

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