-
Se agudiza a los 50 y progresa hasta los 60.
¿Alguna vez viste a un niño alejando una hoja para “enfocar” y leer mejor? Ese gesto, tan frecuente entre los adultos, es improbable en la infancia. Es que se trata de una reacción casi natural ante los síntomas de la presbicia, una enfermedad que empieza a manifestarse a partir de la mediana edad.
“Solo se padece presbicia si ya se han cumplido, al menos, 40 años. De hecho, presbicia proviene del griego y significa ‘ojo viejo'”, explica a Clarín el oftalmólogo Germán Bianchi.
Y añade que, sin dudas, “marca un antes y después en todas las personas, incluso, en aquellas que contaban con una excelente salud visual, que posiblemente nunca habían visitado a un médico oftalmólogo”.
¿Por qué? Una vez que la presbicia entra en sus vidas, “se sienten discapacitadas cuando notan la dificultad para leer el menú de un restaurante o un mensaje en el celular”, suma el especialista, jefe de trasplante de córnea en Clínica Nano.
Qué es la presbicia
Los ojos tienen dos lentes de aumento, una externa (córnea) y una interna (cristalino). “Con el paso de los años, el cristalino va perdiendo la capacidad de cambiar su forma y también para enfocar un objeto cercano. Inicialmente, esta merma se compensa de manera espontánea estirando los brazos para alejar el objeto deseado“, grafica Bianchi.
Por lo tanto, la presbicia es un desgaste en el sistema de enfoque ocular, que hace que los ojos disminuyan la acomodación visual. Así, se ven bien objetos lejanos, pero se pierde la posibilidad de hacerlo de cerca y con nitidez.
El problema avanza, dice Bianchi. “Lo que antes se observaba nítidamente al instante, requiere un tiempo de latencia cada vez mayor hasta lograr el foco; hasta que llega un momento en el que ya no hay forma de ver con nitidez objetos cercanos.”
Y no termina ahí: “también sucede que la visión cercana se hace muy dependiente de la iluminación y del nivel de cansancio“.
—¿Qué “síntomas” pueden ayudarnos a identificar el inicio de la presbicia?
—Se puede notar que, poco a poco, hay que alejar las cosas para poder leerlas. O, también, que se necesita apartar el celular para chequear un mensaje. Se frunce el ceño, se fuerza la mirada al no poder ver de primera vez lo que antes era habitual. Hay que concentrarse para ver de cerca algo, cosa que antes no ocurría.
Suele suceder que en el supermercado hay que mover un producto para ver la información nutricional de un alimento, como buscando que le dé mejor luz o, finalmente, se busca ayuda en algún acompañante.
Hay más ejemplos, pero lo cierto es que se puede generar vivenciar con diferentes niveles de preocupación el hecho de no poder bien de cerca.
Y, mientras no haya una consulta con el especialista, está el miedo de padecer alguna enfermedad que haga perder la vista. Sin embargo, la mayoría de las veces, solo se trata de presbicia.
—¿Es un problema grave?
—No es serio ni grave. Es algo normal, que todos tendrán luego de los 40 años.
Durante la pandemia de Covid-19, de hecho, hubo un incremento, a raíz de que la visión cercana se utilizó más que antes, eso incrementó el cansancio del músculo ciliar y disminuyó su capacidad para enfocar imágenes cercanas. Por eso aumentó la cantidad de personas que rondan los 40 años que tuvieron que acudir a anteojos para ver de cerca.
—¿Qué ocurre con las personas con miopía?
(N. de la E.: la miopía es una afección frecuente de la visión en la que los objetos cercanos se ven claros y los objetos lejanos se ven borrosos)
—En personas con problemas visuales previos, como la miopía, lo que ocurre, es el hecho contrario: para leer, cuando antes podían hacerlo con anteojos (o lentes de contacto), luego de los 40 años en adelante, en muchas situaciones, se deben quitar los anteojos para ver de cerca.
Tener presbicia no significa que se está perdiendo la vista o quedar ciego, sino que es un desgaste de la visión asociada con la edad, como si se tratara de canas o de arrugas.
Generalmente, comienza a manifestarse a partir de los 40 años, se agudiza a los 50 años y sigue progresando hasta los 60 años aproximadamente, cuando el proceso se detiene.
—¿Cómo se corrige la presbicia?
—Es indispensable la consulta al oftalmólogo, para que verifique y compruebe que se trata de presbicia. En esa consulta, además, se aprovecha para realizar el control completo y confirmar que los ojos estén bien.
Asimismo, el especialista es el que tiene la potestad profesional para confeccionar una receta de anteojos, que deberán ser realizados por un óptico en un local autorizado (una óptica) y no comprarlos en el kiosco o en la calle.
—¿Entonces no sirven los anteojos de lectura pregraduados?
—El paciente no siempre precisa el mismo aumento para ambos ojos porque no son iguales y es el médico el que verificará el correcto para cada uno. De lo contrario, habrá un ojo que, tal vez, esté viendo de manera incorrecta y que la visión binocular casi no lo note, salvo por muy molestos síntomas asociados como cefaleas o contracturas cervicales.
La presbicia se modifica ligeramente todos los días, con el envejecimiento, pero eso no significa que haya que cambiar el aumento frecuentemente. Se estima que cada 2 o 3 años es lo más usual.
—¿Es operable la presbicia?
—Si no se desea recurrir a los anteojos, existen muchas opciones terapéuticas, desde lentes de contacto multifocales, el tratamiento farmacológico con gotas, la cirugía refractiva con láser y las cirugías con lentes intraoculares que se colocan delante del cristalino o, a veces, con lentes que, directamente, lo reemplazan.
Esas opciones pueden permitir, además, la corrección de otros defectos de la visión (en el caso de que los hubiese), como por ejemplo, el astigmatismo y la miopía, o las cataratas (en la que hay una alteración estructural del cristalino).