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Fue luego de que se permitiera a los médicos sugerir marcas comerciales.
El 22 de enero, el Gobierno de Javier Milei tomó una decisión clave que generó gran repercusión, debido a que un avance del mega DNU sobre los intereses de los médicos y los laboratorios productores de medicamentos quedaba trunco en la reglamentación. Pero al mismo tiempo, en tren de corregir ese punto, utilizó un argumento que podría colisionar con otro artículo no adaptado en ese acto administrativo.
El cambio principal en cuestión fue la marcha atrás sobre la prohibición a los médicos de sugerir marcas de remedios en las recetas, como complemento del nombre genérico de la droga prescripta. Pero en la rehabilitación de ese derecho profesional se incorporó un texto muy importante para el espíritu del DNU, a fin de balancear la decisión.
“El farmacéutico tendrá la obligación, a pedido del consumidor, de sustituir la misma (n. de la R.: marca) por una especialidad medicinal de menor precio que contenga los mismos principios activos”, dice la reglamentación y agrega: “El farmacéutico (…) es el único responsable y capacitado para la debida dispensa de especialidades medicinales que requieren recetas, como así también para su sustitución”.
El problema surge cuando se trata de compatibilizar esa premisa con otra parte saliente del DNU: la que permitió que las farmacias no estén obligadas a tener un responsable farmacéutico en cada local comercial, sino que un mismo profesional pueda estar a cargo de varias farmacias. Es decir, que su presencia no sea permanente sino eventual.
Concretamente, el artículo 25 da vía libre a que los farmacéuticos puedan ser directores técnicos de más de una farmacia, algo que hasta el decreto presidencial estaba prohibido. Ese artículo también aclaraba que ese profesional “estará obligado a vigilar la preparación y expendio de los medicamentos en todos los locales a su cargo”. En la reglamentación se subrayó, además, su rol clave para la sustitución de una marca por otra.
Si bien un empleado con experiencia, sin título habilitante, podría estar en condiciones de cumplir con ese trámite, que además es parte del uso y costumbre en las farmacias, el DNU no explicita esa posibilidad que en la práctica se vuelve corriente. Y que ahora lo será aún más si el farmacéutico no está obligado a permanecer disponible.
De manera que la mayor idoneidad del farmacéutico para cumplir con esa responsabilidad queda resentida, en función de no poderse garantizar con el máximo rigor posible el hecho de que un paciente adquiera, en definitiva, la mejor opción que arroje la balanza entre el costo y el beneficio de un medicamento.
Consultado el Ministerio de Salud sobre esta cuestión puntual, este martes explicaron que habrá nuevos decretos reglamentarios. “Se va avanzando sobre el DNU a través de las reglamentaciones. Hasta el momento se reglamentaron los artículos vinculados a la prescripción y dispensa de medicamentos. Y falta reglamentar otras partes en las que se está trabajando”.
Según pudo saber Clarín, la letra original del DNU habría tenido poca intervención del Ministerio de Salud, que al parecer tuvo que entrar en escena cuando la norma ya se había difundido, y a partir de ese momento empezar a emprolijar propios de una iniciativa fundamentalmente genérica que no atendía especificidades críticas y potenciales conflictos.
Pasadas tres semanas desde la primera reglamentación del DNU, hasta ahora no se conocieron nuevos ajustes. Desde las oficinas que conduce el ministro Mario Russo dijeron que “todavía no hay una fecha” para dar a conocer otro decreto reglamentario, pero que “se está trabajando” al respecto.
Más allá de los arreglos y variaciones que adoptó hasta ahora la autoría de la partitura original, todo indica que los intérpretes en vivo se las rebuscan para evitar las disonancias: la melodía que se escucha en el mostrador de las farmacias -amén del aumento de los precios del Vademécum- sigue siendo más o menos la misma.
PS