La investigación se hizo en una escuela de Escobar. Los chicos recordaron mejor una clase de historia gracias a un aroma
¿De qué modo influyen los estímulos externos en el aprendizaje? ¿Los aromas pueden potenciar el rendimiento de los alumnos? ¿Qué papel juega el sueño a la hora de consolidar contenidos en la memoria? Esas preguntas intentó responder un equipo de investigación del CONICET y del ITBA a partir de un experimento que desarrollaron en el Colegio del Faro Escobar de la Red Educativa Itínere con chicos de entre 17 y 18 años.
Para realizar el experimento, los investigadores dividieron al azar un curso del último año de secundaria compuesto por 45 alumnos. Todos ellos estuvieron presentes durante una clase de historia en un aula aromatizada con una fragancia de coco. Una vez finalizada la lección, respondieron a un test multiple choice para determinar el punto de partida de cada uno.
La mitad de los chicos, el grupo denominado “de reactivación”, se llevó a sus casas un aromatizador con la misma fragancia de coco que olieron durante la clase. En tanto, el grupo de “no reactivación” se llevó un aromatizador de violetas. Ambos utilizaron la fragancia solo esa misma noche durante la primera hora y media de sueño para medir si había o no un impacto en la consolidación de los contenidos en la memoria.
Siete días después, el curso completo respondió una evaluación sobre la clase de historia. ¿El resultado? El grupo de reactivación, que percibió el mismo aroma que en el aula, retuvo los datos claves de la lección sin hacer esfuerzos extra durante la semana. En cambio, el grupo que se llevó la otra fragancia mostró una caída significativa de aprendizajes entre el testeo de la clase y el de la semana posterior.
“El grupo de reactivación tuvo mejores calificaciones. Logró desempeños significativamente mayores que el otro grupo”, confirmó Vanessa Vidal, becaria doctoral del CONICET en el Laboratorio de Sueño y Memoria del ITBA, en diálogo con Infobae. “Tomamos los primeros 45 minutos de sueño porque son los más ricos de la noche en cuanto a almacenamiento de información”, agregó.
El estudio se publicó en los últimos días en la revista Scientific Reports, de la editorial de Nature, e implica un hito para el campo de investigación. Hasta el momento se habían hecho solo dos estudios que conectaban aromas con la memoria. El primero de ellos en 2007 fue una prueba de laboratorio. El otro, hace tres años, se desarrolló en escuelas de Alemania, con la diferencia de que hicieron que los chicos memorizaran pares de palabras -similar a lo relevado en laboratorios- y que olieran la fragancia varias noches seguidas.
“Nosotros queríamos ver si los aromas servían para retener información más compleja. Intentamos alejarnos del paradigma de laboratorio y llevarlo a las aulas, a una clase tradicional de una docente como si fuera un día normal, y los resultados fueron auspiciosos”, explicó Vidal, quien también advirtió que no hubo diferencias en el estado de ansiedad y en la calidad del sueño entre los dos grupos estudiados.
El estudio también sienta un precedente positivo en términos de trasladar la ciencia a la escuela, que suele ser un ámbito hermético para la investigación. “La ciencia no debe transcurrir en laboratorios y la educación en las aulas. Las aulas son los laboratorios en donde científicos pueden observar, medir, comparar y producir información para sí y para el sistema educativo. Con los datos que vienen de otros ámbitos, como la neurociencia, podemos entender cómo funciona el cerebro y en base a eso diagramar estrategias de enseñanza-aprendizaje” consideró Darío Álvarez Klar, especialista en gestión de la innovación y fundador de la Red Educativa Itínere.
Álvarez Klar señaló que la intención es que se vuelva una experiencia personal de los alumnos, que sean ellos mismos los que a partir de una fragancia repliquen el experimento para ayudarse a recordar contenidos con mayor facilidad. Y no importa cuál sea el olor: la eficacia no radica en el aromatizador de coco, sino en el recuerdo de un aroma.
De cara al futuro, la idea es que la investigación escale en dos direcciones. Por un lado, estudiarán el impacto del aroma en la memoria repitiendo el ciclo de reactivación todas las noches hasta la toma del test y, por otro, también evaluarán si la repetición de una fragancia funciona para distintas materias como matemática o lengua.