Anotó 3 veces, celebró la Copa América con el público y superó a Pelé como máximo goleador de selecciones sudamericanas. De película.
De tanto que lo soñó, es probable que Lionel Andrés Messi nunca se haya encontrado en su imaginación con ese momento exacto que sucedió este jueves 9 de septiembre en el estadio Monumental. La foto que la faltaba a la foto finalmente sucedió. Porque la ansiada y postergada postal de Lionel vestido de Argentina con una copa en sus manos ya se había producido en el Maracaná el 10 de julio.
Pero restaba esta imagen de él en su suelo -ese pedazo de tierra que se le metió tan hondo en sus venas a pesar de los más de 20 años viviendo en Europa-, con la gente repitiéndose en ovaciones y disfrutando del regreso a los tablones tras 18 meses de maldita pandemia. El amor de Messi para con Argentina se evidenció desde la primera vez que se puso la camiseta de alguna selección juvenil. Y por fin, después de tanto andar y remar, se puede aseverar que ese amor es infinitamente correspondido. Mucho más después del triplete que le marcó el 10 a Bolivia en el 3-0.
Hubo fervor en el Monumental, por supuesto. Y bastante calor, más allá de los 10 grados que indicaba el termómetro. Lionel Messi fue quien encendió todas las pasiones. “Somos la banda de Leo/Somos la banda de Leo”, cantó un grupo de 15 jóvenes que llegaron al Monumental para alentar al ídolo. Todos llevaban un careta con el rostro del 10 rosarino.
Con justa razón se dice que el público de la Selección no es el mismo que el de los clubes. Muchas familias con chicos pequeños y grupos de amigos y amigas fue lo que se observó en Núñez, en la prueba piloto del regreso de los hinchas. Y los encargados de la seguridad tuvieron trabajo extra porque las preguntas fueron frecuentes: “¿Dónde queda la Sívori baja?”, “¿sabe cuál es el ingreso de la popular?” “¿Belgrano alta es por acá?”.
La primera gran ovación para la Pulga llegó cuando salió al hermoso terreno de juego para hacer la entrada en calor. “Que de la mano/de Leo Messi/todos la vuelta vamos a dar”, bajó el coro desde las tribunas. Después, varios hicieron la reverencia al compás del grito de su apellido.
La primera ovación del público para Messi, en la entrada en calor. Foto Marcelo Carroll
El partido fue una celebración y se vivió como una fiesta. El DJ Fer Palacio fue el encargado de pasar música en la previa. Y, entre tema y tema, y mientras los jugadores hacían la entrada en calor, otras ovaciones llegaron. La segunda, la primera inmediatamente después de la de Messi, fue para Lionel Scaloni. Vaya respaldo para el entrenador nacido en Pujato. El tercero de la lista fue Angel Di María, el autor del gol en el Maracaná.
En el partido, Messi estuvo enchufado. En el minuto 10 sucedió tal vez el momento más emotivo de la noche. Cuando el público observó el minuto en la pantalla gigante, la ovación llegó con reverencia. Pero segundos después hubo espacio para homenajear al otro 10, a Diego, ese Dios zurdo que ahora vive en el cielo.
Y la lluvia también se hizo presente para mojar a los más de 20 mil que ya se habían mojado antes, cuando tuvieron que retirar las entradas. Tanto esfuerzo merecía recompensa. Y a eso lo entendió mejor que nadie Messi. Al artista lo llamaron y dibujó en un par de segundos una obra de arte: recibió de espaldas, se perfiló con un caño a Haquín y la colgó del ángulo derecho de Lampe. Todos se llevaron el pedazo de Messi que vinieron a buscar; la entrada ya estaba paga. Festejó la Pulga con todos sus compañeros y se besó el escudo con cero de demagogia y mucho de sentimiento.
Brazos al cielo, como siempre, para el festejo de Messi. Foto Marcelo Carroll
No era un gol más para Leo. Y es que el rosarino de 34 años había llegado a los 77 gritos con la Selección y alcanzaba a Pelé como el máximo artillero de un seleccionado sudamericano. Pero una jornada como la de anoche merecía un récord absoluto, por eso Messi coronó con su pierna derecha una jugada colectiva a puro toque. Y un rato más tarde, aprovechó un rebote largo de Lampe. Goles números 78 y 79 en sus 135 partidos y máximo anotador en soledad. Porque sí, Messi también puede ser más grande que Pelé.
Lloró Messi en el final, cuando le pusieron un micrófono cerca de su boca. Todo el peso extra que soportaba se esfumó. Ya no queda nada de toda “la mierda” que debió tragar, según contó en varias notas.
“Lo viví con mucha ansiedad y ganas de poder disfrutarlo. Esperé mucho tiempo esto. Ganamos el partido, que era lo importante, y ahora a disfrutar. Lo busqué hace mucho esto, lo soñé y gracias a Dios se me dio”, explicó un Messi repleto de lágrimas. Pero, esta vez, lágrimas de gloria.